Europa es un espacio de tradiciones, culturas y formas de vida fraguadas en una historia común. Es cuna de la civilización occidental que ha forjado a base de experiencias las relaciones políticas y humanas, donde los usos y costumbres se convirtieron en normativas y leyes.

El pasado y presente se han basado en un camino trazado conjuntamente por los pueblos europeos. Son habituales los pasos y caminos paralelos, en la misma dirección, donde cada país naturaliza con su estilo y etimología. Y mientras, otras zonas del mundo observan con admiración e interés a los modelos europeos, haciendo de nuestra historia un faro que guía desde el horizonte y avisa a los barcos de los escollos y de los puertos seguros.

Esos pasos europeos han ido a veces hacia delante, y otras hacia atrás. Tenemos una historia llena de guerras y armisticios, de avances tecnológicos y retrocesos por crisis. Donde todos los europeos somos viajeros en compañía del resto de la tripulación, a veces en avatares tan anodinos como la creación del fondo de reconstrucción tras el coronavirus. El COVID-19 ha dejado un mundo distinto, y desde el primer momento los líderes y los pueblos europeos miraban a la Unión Europea y sus instituciones. Buscaban respuestas del Banco Central Europeo y la Comisión Europea para que fijasen las condiciones de reconstrucción necesarias.

Como en toda gran partida de naipes, algunos países optaban por jugar despacio a ver las cartas de los demás, otros han echado órdagos, otros iban con muchas prisas. Distintas formas para un mismo fin. Todos buscaban una salida conjunta que beneficiase a este pueblo unido que ha compartido tanta historia.

Así es Europa y sus circunstancias. Un camino con muchos senderos. Una cumbre de diversas aristas.

En educación ocurre igual, el camino europeo tiene tres rutas; pública, concertada y privada. Nuestro estilo europeo es independiente y libre. Y nuestros modelos son inspiradores en los sistemas educativos de otras regiones. Un estilo que se caracteriza por tener una larga tradición de escuelas concertadas y/o privadas a lo largo y ancho de la Europa. Es posible hacer un recorrido de esa educación que ha dejado posos y ha hecho que la concertada sea referencia en Reino Unido, Holanda, Bélgica, Francia, Dinamarca, Finlandia, Alemania por citar algunos de los casos que acompañan a España en esta singladura.

Este modelo ha ido generando escuelas libres, independientes, con libertad para ser fundadas de acuerdo a una ideología o propuesta pedagógica, y con el reconocimiento de su función social han sido financiadas, de diferentes maneras en este continente, cuna de la democracia, llamado Europa.

La escuela de iniciativa privada sostenida con impuestos en Holanda está reconocida en la Constitución. Y lo está desde 1917. El artículo 23 de la Constitución holandesa refleja ese derecho de establecimiento de centros educativos, y estos pueden ofrecer una educación basada en principios religiosos, ideológicos o educativos. Tanto estos centros concertados como los públicos reciben financiación del gobierno en la misma proporción. Es decir, lo que llamamos en España concertada está reconocida en la Constitución holandesa desde hace más de 100 años.

En Francia, la ley de relaciones entre el Estado y los centros de enseñanza privados, más conocida como Ley Debré (31 de diciembre de 1959), establece también un régimen de financiación a la escuela privadaconcertada.

Y así un país tras otro, como un pacto entre caballeros europeos, la existencia de centros concertados e independientes son parte del paisaje europeo, valorado y respetado. Y ha pasado de formar parte del ordenamiento jurídico de cada uno de los países miembros, a ser recogido en la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE.

Y año tras año entidades europeas que agrupan escuelas concertadas y privadas se lo recuerdan al Parlamento Europeo. Acudiendo a su sede para reunirse con los europarlamentarios y compartir con ellos visiones de futuro.

ECNAIS, Consejo Europeo de Asociaciones de Escuelas Independientes, que representa más del 18% del total de la educación en Europa, con más de 20 millones de estudiantes, se reunió recientemente en la oficina en Madrid del Parlamento Europeo y en la representación permanente de la Comisión Europea. Allí los 125 asistentes recogieron en un Manifiesto el derecho y el reconocimiento de este modelo educativo.

La escuela concertada y privada es inquieta, se ha atrevido a abrir nuevas puertas, a explorar caminos, a ser innovadora y quiere cocinar el mejor de los platos educativos, con cariño, tesón, entereza, amor y entrega para proporcionar conocimientos y habilidades. Como ha hecho ya en los millones de europeos que han pasado por sus centros, recodemos que durante cientos de años en algunos países.

Ese camino no siempre ha sido fácil, ha tenido piedras. Muchas veces ha sido embestida y también muchas defendidas con fortaleza. De manera que podemos hablar de una Europa de escuelas libres, con muchas formas de enseñar y siempre con el mejor objetivo. Este 9 de mayo celebramos el Día de Europa, y de manera especial, celebramos una Europa de escuelas libres.

Jacobo Lería Hernández
Responsable proyecto Célula Europa de Escuelas Católicas