Son las 18:30, el sol se está poniendo al igual que el resto de días del año a esta misma hora y ya se escucha a los murciélagos emitir chillidos que recuerdan a las golondrinas de Madrid. Debe ser de lo poco de aquí que me recuerda a mi ciudad natal. 

Mientras vuelvo del trabajo me encuentro con grupos de adolescentes saliendo del colegio en un país en el que más del 35% de la población tiene solo entre 0 y 14 años, y cuya media de edad se sitúa en los 22 años. Cualquiera que quisiera anticiparse y construir los cimientos de un estado garante de servicios, motor económico regional y con una alta calidad de vida pensaría que Guinea Ecuatorial, país en cuestión, estaría dedicando un esfuerzo mayúsculo a su sistema educativo y anteponiendo la formación de los y las jóvenes del país a cualquier prioridad para poder hacer frente a los próximos años y a la inestabilidad que caracteriza a la región por las constantes injerencias externas. No obstante, las prioridades del país son otras.  

Desde hace ya unos años, el debate sobre lo debe o no España -y en su defecto Europa- a su antigua colonia y provincia, ha copado no solo las relaciones internacionales y la construcción de puentes o barrancos entre los países involucrados, sino que también ha influido en cómo cooperar -y por supuesto la forma en la que hacerlo- para la mejora de la calidad de vida de las zonas en las que se trabaja. Dejando de lado dicho debate, al que no entro no por tibieza sino por no ser el tema central del presente escrito, entiendo que parte de la motivación que debe guiar la cooperación ha de estar alimentada por los derechos inherentes a las personas, el respeto a su dignidad y la reducción de la desigualdad, más allá de la (co)responsabilidad que tengan países externos que en su día sí actuaron por avaricia y en detrimento de la calidad de vida de la población local. Este enfoque, compartido con la AECID, guía cualquier actuación que realizamos sobre el terreno, además de los valores en los que basamos nuestro trabajo y que son, precisamente, el motor que nos lleva a estar a más de 4.000 kilómetros del sonido de nuestras queridas golondrinas. 

Llevo dos meses en el país, trabajando mano a mano con colegios públicos y privados con el proyecto “Promovido el acceso de los niños y niñas con discapacidad a una educación inclusiva, integradora y de calidad en GE” financiado por la AECID, en los que he visto tanto el nivel educativo como la necesidad de un cambio estructural que ponga en el centro de cualquier intervención la importancia de trabajar desde la capacitación y fortalecimiento de las habilidades del cuerpo docente nacional. Así, se opera para que desde lo local puedan apropiarse y liderar cualquier mejora que se produzca en el seno de los colegios. ¿Qué quiero decir con todo esto? Que es un país donde hay mucho trabajo, pero también mucho potencial. Las intervenciones que realizamos desde FERE-CECA (la ONGD de Escuelas Católicas) en el marco de los proyectos ejecutados tienen un sentido: mediante un enfoque de derechos, operamos para abarcar todas las esferas que incluyen el bienestar de los menores, procurando dar una atención individualizada a cada centro para trabajar en el desarrollo cognitivo de los alumnos a través de una metodología integral y con una perspectiva sostenible. De esta manera, nos aseguramos de cumplir con los objetivos que planteamos y, por supuesto, con la creencia de que un mundo menos desigual y más justo es necesario. 

Parte de nuestra misión, además de la lucha contra la desigualdad y la vulnerabilidad, es una lucha que no acabará nunca contra un enemigo mayor: su normalización. Los esquemas y las construcciones contextuales, en constante cambio, nunca pueden erigirse alrededor de un mundo que asuma la desigualdad como elemento inamovible e inevitable. Por eso, parte de nuestro trabajo es también convencer de la necesidad de construir, conjuntamente, escenarios más equitativos que nos permitan incluir a todo el mundo en el relato común de la dignidad, la justicia y la oportunidad. 

Pablo Sánchez

Coordinador de Proyectos de FERE-CECA en Guinea Ecuatorial