Hace mucho, mucho tiempo, cuando todavía se organizaban eventos presenciales, tuve la oportunidad de escuchar a María Zalbidea, autora del blog “Cosiendo la brecha digital” y me apasionó su discurso y, sobre todo, la idea de juntar en un solo concepto algo aparentemente tan manual, tan calmado, que requiere atención, como es la costura con algo como las pantallas para solucionar la brecha digital que existe entre padres e hijos. Inmediatamente sonreí pensando en la funda de ganchillo que mi madre o mi abuela le harían a mi Tablet, pero sobre todo empecé a visualizar a las familias cosiendo esas brechas digitales que está generando la rápida evolución de la tecnología y la digitalización de nuestra vida diaria, y esa imagen me hizo revisar el comportamiento familiar que tenemos con las pantallas.

Coincidí después con María en el Congreso Magister, de Escuelas Católicas, y en la grabación de segundo episodio del podcast de Maestros en la Educación y siempre me ha ayudado a pararme a reflexionar, a pensar en mi relación con la tecnología y la de mi hija, y me ha llevado a hacerme muchas preguntas. Por eso, cuando publicó su libro no lo dudé ni un momento. ¡Quiero las “recetas” de María! Pero en esto no hay recetas ni consejos universales, ya que cada familia es un mundo (analógico y digital) y vive una realidad totalmente distinta. Esto nos lo deja muy claro desde el principio. Ella nos proporciona muchas “puntadas”, como no podía ser de otra manera, para aprender, sí, sí, aprender a coser esa brecha digital. Aunque la elección es difícil, de todas esas puntadas, me quedo con dos de ellas.

Una puntada que nos hace reflexionar sobre esos “niños Amazon” (lo quieren todo y lo quieren ¡ya!) que estamos educando. Ha tenido que venir una pandemia y un confinamiento para que aprendamos juntos el valor de la espera y la paciencia. Ahora que estamos en la nueva normalidad no cometamos viejos errores.

En otra puntada María nos recomienda escuchar y hablar con nuestros hijos para que los algoritmos de Google o Netflix no conozcan sus gustos e inquietudes mejor que nosotros. No es una labor fácil. Personalmente creo que conseguir que mi hija nos pregunte sus dudas a nosotros antes que a Google sería un logro verdaderamente importante. Que las pantallas no dificulten la comunicación y la conversación con nuestros hijos.

La puntada 50

No hago spoiler (ella ya lo ha contado en varias intervenciones y entrevistas) si os digo que María no puede coser por nosotros. Cada uno tiene sus telas, agujas e hilos. Por eso nos deja dar a nosotros las puntadas finales. Como en el mejor trabajo de costura. Ella empieza, enseña, nos cuenta su experiencia y nos deja coser solos, nos da 49 puntadas y nos deja elaborar la última para dejar la brecha cosida tal y como nosotros queremos.

La mía tiene que ver con una palabra que, en mi opinión, resume el libro: acompañamiento. Para educar a nuestros hijos hay que acompañarles en todos sus procesos de maduración, al menos en el momento inicial, y por supuesto, en esos procesos está el acompañamiento digital.

Es posible que la comparación que os voy a proponer os resulte manida, pero me parece tan clarificadora que tengo que hacerla. Como padres enseñamos a nuestros hijos a caminar y cuando saben, les ayudamos a conocer las dificultades, cuando pueden andar sin caerse, les enseñamos a saltar un obstáculo y cuando lo tienen dominado les dejamos correr. Pero seguimos dándoles la mano, levantándoles cuando se caen y curando sus heridas si se lastiman.

Después les dejamos andar solos y les enseñamos los caminos más cortos y más seguros. Les enseñamos a cruzar en los semáforos, a estar alerta de los coches y los peligros, y a pedir ayuda si se pierden, se despistan o hay un imprevisto.

Y unos años después les animamos a conducir, a que aprendan a manejar un coche, algo que puede ser tremendamente beneficioso para ellos, pero también peligroso. Tienen que aprender códigos y respetar las normas. Les decimos que tienen que ser responsables cuando conducen y que tienen que medir sus actos y movimientos para no dañar a nadie.

No creo que haga falta explicar las similitudes con el acompañamiento en la vida digital de nuestros hijos, en las herramientas y dispositivos digitales que ponemos a su alcance. No hace falta decir que tienen que ser responsables, conocer los límites, no cometer excesos… Lo que sí hace falta decir es que la carretera existe, la crucemos o no, y los coches también. Nuestra vida ya no es solo analógica y no podemos vivir al margen de la vida digital.

Nosotros igual no lo sabemos todo, pero sabemos más de la vida que ellos y al menos qué hay que coser y, en muchos casos, qué puede pasar si damos una u otra puntada o si no damos ninguna.

Por todo esto, aquí va mi puntada 50: aunque no seamos expertos en todas las técnicas de costura ni sepamos manejar todas las máquinas de coser, somos los maestros de la costura de nuestros hijos. Les conocemos mejor que nadie y es nuestro “deber” acompañarlos para aprender a coser JUNTOS (esa es la clave) la brecha digital que a veces nos separa de ellos. Yo ya tengo preparada aguja e hilo, ¿te animas a coser tú también?

Alberto Mayoral
@albertomayoral