Lo reconozco, soy de las escépticas. De las que siente que la pandemia se ha llevado algo por delante y ha sembrado muerte y miedo a su paso. Soy de las que piensa que poco se ha salvado a pesar de que ha habido mucha alma buena que lo dio todo para tratar de mitigar algo tanto dolor. La preocupación, el cansancio, el desánimo, la soledad… han sido emociones que han flotado en el aire desde entonces.

Sin embargo, mi escepticismo se ha resquebrajado estos días en los que el frío del mes de noviembre ha dejado un pasillo de calidez durante la celebración de nuestro XVI Congreso. Digo nuestro porque es de todos, de toda la escuela católica y digo celebración porque eso es lo que sucedió durante tres intensos días en la histórica Granada.

Estos días he visto muchas cosas desde distintos ángulos. Sobre el escenario, en la primera fila y en la última, en la cabina técnica y en la pecera de medios, entre el bullicio de los stands y el ajetreo de la acreditación, en la soledad de una habitación de hotel y en la compañía de 1.800 personas afanadas en encontrarse.

He visto interés, intensidad y emoción. He visto ganas, he visto abrazos y besos. He visto cómo se bajaban tímidas las mascarillas más recalcitrantes. He visto sonrisas que hacía mucho que no veía, he visto profundidad y humor… he visto personas. Seres humanos que se dejaban inspirar, se unían en un humeante café con notas musicales, bailaban sin timidez, oraban con todo su cuerpo y, en definitiva, se entregaban al encuentro.

Todos ellos son y serán la inspiración de Escuelas Católicas. Porque ellos son los verdaderos inspiradores de esos encuentros que unen en sus casas, en sus centros, en sus comunidades educativas. Encuentros plenos de compromiso y gratuidad que son garante del cuidado de lo que más nos importa y lo que da sentido a Inspiradores de Encuentros, al XVI Congreso, a Escuelas Católicas y a la escuela católica en toda su riqueza y diversidad, los alumnos.

Gracias a todos por devolverme la esperanza y por ser inspiradores de encuentros.

Victoria Moya
Directora del XVI Congreso de Escuelas Católicas