El nuevo “Real Decreto sobre evaluación, promoción y titulación”, elaborado por el MEFP y aprobado por el Gobierno en desarrollo de la LOMLOE, ya está en vigor y será de aplicación con efecto retroactivo, al presente curso escolar 2021-22. Su publicación en el BOE, el pasado 17 de noviembre, ha culminado un proceso no exento de polémica.

Aunque el MEFP suavizó las expresiones más controvertidas (en versiones previas, las Comunidades Autónomas podían fijar directrices para la promoción y titulación de los alumnos; se aludía a que las asignaturas de diferentes cursos con la misma denominación, contarían como una única materia; se aludía a la ausencia de límite en materias suspensas; etc.), el texto final mantuvo la esencia y objetivo centrales de la reforma educativa: reducir las repeticiones; llegar a una promoción y titulación semi-automática en ESO (así se explica la supresión de las pruebas extraordinarias de recuperación); y obtención del título de Bachiller con una asignatura no superada, todo ello para mejorar los cuadros estadísticos oficiales. 

Es cierto que ahora el equipo docente tendrá más margen de actuación en la toma de decisiones sobre promoción y titulación del alumnado, pero este supuesto avance contiene un enorme riesgo de discrecionalidad, desigualdad entre comunidades autónomas y centros y el crecimiento exponencial de la presión sobre los profesores. 

Todos coincidimos en que la repetición de curso conlleva una enorme carga para el alumno, incluyendo la desmotivación personal, pero los docentes adoptan esta decisión de manera excepcional y con responsabilidad. De hecho, la tasa de repeticiones se ha reducido a la mitad en los últimos 10 años. Si el alumno ha repetido, sencillamente, es porque no tiene los conocimientos mínimos requeridos. La LOE ya permitió la promoción y titulación en ESO con dos materias no superadas (incluso, con tres en algunos casos), siempre que no fuesen Lengua y Matemáticas de forma simultánea. Pero parece que al Gobierno ese límite no le resulta suficiente y opta por eliminar el límite de suspensos y encomendarse a los planes de refuerzo para aquellos alumnos que promocionen con varias materias suspensas.

En este punto, es inevitable hacerse varias preguntas: ¿cómo se van a financiar dichos planes de refuerzo?, ¿van a suponer un incremento de dotación docente o lo van a tener que realizar los profesores en su jornada habitual? Asimismo, será posible titular en ESO con 3, 4, 5… materias suspensas si el equipo docente considera que el alumno ha alcanzado los objetivos de etapa. Pero, ¿no es una incoherencia alcanzar los objetivos en este caso?, ¿qué aportan las calificaciones si no sirven para saber si el alumno ha alcanzado las competencias básicas?, ¿las comunidades autónomas fijarán límites diferentes para promocionar?…

Incluso, ¿qué sucederá con los alumnos que vayan pasando de curso con 4 o 5 suspensos y lleguen a 4º de ESO, existiendo un tope de repeticiones?, ¿se les podrá otorgar el título si es positivo para su evolución académica?, ¿no provocará una devaluación del título y una pérdida de conocimientos mínimos?, ¿estamos en el paso previo a la desaparición del título de ESO que será sustituido por un mero certificado?

Sinceramente, considero que hay opciones previstas para los alumnos que presentan mayores dificultades de aprendizaje teórico, como la diversificación y adaptación curricular, los ciclos de FP Básica, etc., en los que se puede flexibilizar el grado de conocimientos todo lo necesario, pero los alumnos no tendrían que tener tantas posibilidades de promocionar con materias suspensas o pensarán que hagan lo que hagan van a titular, por el mero paso del tiempo. Y aquí surge la pregunta final, ¿qué es lo realmente importante, aprobar o aprender?

Luis Centeno
Secretario General Adjunto de Escuelas Católicas
@lcentenoc