Algo así se dijo Ana María la primera vez que entró como enfermera en IFEMA en marzo de 2020, cuando acababan de habilitarlo como hospital de campaña para los enfermos de la COVID-19 que no cabían ya en los hospitales de Madrid.

En el capítulo del mes de diciembre de Maestros en la Educación, el podcast de Escuelas Católicas, hemos tenido la suerte de poder charlar Ana María Ruiz López, enfermera del SUMMA112, el Servicio de Urgencias Médicas de la Comunidad de Madrid.

Ana es de esas enfermeras de vocación que no hablan de curar sino de cuidar, una mujer llena de energía y positivismo que contagia la alegría de vivir y los deseos fervientes de ayudar al otro. Ana María formó parte del batallón de sanitarios que plantó cara a la COVID-19 en el hospital de campaña instalado en el IFEMA de Madrid entre marzo y mayo. Pero fue capaz de extraer de esa experiencia algo más allá del dolor, el miedo o la soledad. Ella fue capaz de aportar un rayo de luz a una situación tan dramática: conjugó su amor por los libros con su amor por las personas, y logró el nacimiento de una biblioteca de campaña que sirviera para acompañar a los enfermos y por tanto para ayudar en su curación. Su iniciativa fue secundada por muchas almas buenas y pronto saltó a las redes sociales y a los medios de comunicación. De aquella experiencia nació además un libro que ha escrito con esmero y la ha transformado de lectora en escritora. Libros que salvan vidas, una biblioteca de campaña en tiempos de pandemia, editado por Plataforma Testimonio, que ha ganado la sexta edición del Premio Feel Good 2020 y ya va por su segunda edición. He tenido la oportunidad de leerlo y me quedo con una enseñanza fundamental, la importancia del cuidado y en concreto, de la comunicación del cuidado.

Y aquí es donde encuentro la correlación del trabajo de una enfermera con el de un educador. La experiencia de Ana María nace de un momento extremo en el que un rayo de luz mitiga las tinieblas en las que muchos estaban viviendo. Esta crisis nos ha dejado inmersos en un tiempo difícil, extraño e inquietante, cuanto menos. Es un tiempo en el que todo nuestro saber y todas nuestras emociones deben ponerse al servicio de la superación, la solidaridad, la comprensión, la esperanza… Y precisamente por todo ello es también un momento en el que la escuela católica debe demostrar la fuerza de su fe y su razón de ser poniéndose más que nunca al servicio de los cuidados y del encuentro.

Si miramos a nuestro alrededor en los centros, probablemente encontraremos muchos padres que están preocupados por la salud y que tienen dificultades económicas; a profesores, educadores y resto de personal con ansiedad o tensión ante tantos cambios; a los propios alumnos viviendo duelos por los familiares o incluso por las oportunidades perdidas; nuestro propio equipo directivo se enfrenta a una continua toma de decisiones sobre incertidumbres que provoca mucha inquietud…

Pero la única manera de salir de todo esto es buscando los pequeños rayos de luz, como Ana María. Y hacer nuestro el lema de la enfermería, que debería ser el lema de la humanidad: “Si puedes curar, cura. Si no puedes curar, alivia. Si no puedes aliviar, consuela. Y si no puedes consolar, acompaña”. No dejéis de escuchar a Ana María. Yo no la conocía hasta el momento de la entrevista, pero más que una entrevista, hubo una charla entre amigas que se preocupan y ocupan de la educación, la salud, la fe y el cuidado del otro.

Victoria Moya Segura

@victoriamsegura