¡Llegó mayo! La recta final de curso nos pide un nuevo impulso, encontrándonos cansados de los meses anteriores. ¿De dónde sacar la fuerza que necesitamos para mantenernos?

Mayo también es el mes de las flores, y el mes de María, la Madre, el sí profundo a la Vida. Tal vez en ella podamos encontrar la fuerza para mantenernos en nuestra labor educativa.

Me quedo con educere (hacer salir, extraer, dar a luz), como raíz latina de educación. Desde aquí, me entiendo como “partera” que ayuda a “dar a luz” el sueño de Dios que cada uno llevamos en nuestro ser. Me ayuda a contemplar a María como guía en mi labor educativa, ya se desarrolle en la familia, en la escuela o en cualquier otro ámbito. María es quien da el Sí a Dios para que la Vida encarnada en Jesús sea, la puerta por la cual la Luz llegó al mundo.

Los padres, y de manera similar los educadores y educadoras vocacionados, hemos sentido este deseo de ponernos de parte de la Vida, queriendo acompañar a cada niño, joven, o adulto en el desarrollo de su persona. Como creyentes, la identidad profunda que llevamos es la de hijos y hermanos, lo que estamos llamados a desplegar en nosotros y en los demás. Como “parteras”, nos ponemos al servicio para que la persona que todos llevamos dentro, como semilla con todo el potencial del árbol que puede llegar a ser, se despliegue y viva.

Por ello, este mes de final de curso en el que celebramos a María, podemos pegarnos a ella para reconocer su opción por la Vida en cada momento. Porque su disponibilidad, su sí, fue algo continuo en ella. No se acabó en la Anunciación, se mantuvo, transformándose, hasta permanecer a los pies de la Cruz.

Como cada madre, padre o educador, la primera apuesta por acompañar la vida de otra personita se ve retada en el día a día, en el paso de los años, en la transformación de ese ser que crece junto a nosotros. El sí a generar e impulsar la vida se actualiza en cada momento y cada situación, manteniéndose en la fidelidad a “sacar a la luz” lo que el otro está llamado a ser.

Pienso cómo María va entendiendo con mayor profundidad lo que significa ser Madre del Hijo de Dios, y la necesidad de ir guardando todo en el corazón. Tantas realidades a las que volver porque nos recordarán el sentido de nuestro sí, otras tantas que no entendemos y nos ponen en cuestión los pasos dados, o las formas, o la misma opción. María, presente en lo más cotidiano y escondido, y en los grandes momentos positivos ocupando un segundo lugar, a veces mirando desde lejos, sin poder llegar a su Hijo. Eso sí, en primera fila cuando llegan los momentos donde la vida está amenazada o incluso anulada…

Mirando a María reconozco a muchas personas… Generadoras, impulsoras, defensoras, cuidadoras, acompañantes de la Vida. Cada una desde su originalidad y todas unidas en la llamada a posibilitar que cada persona sea lo que está llamada a ser. Una llamada que ha de hacerse opción, ha de hacerse consciente para que podamos reconocernos en ella, para poder mantenerla y transformarla ante los procesos educativos que acompañamos.

Así podremos, incluso en este final de curso, seguir acertando en la distancia justa para que el protagonismo se mantenga en nuestro alumnado, o nuestros hijos. Para seguir estando, con cariño y respeto, en este proceso de crecimiento donde se nos pide permanecer, ser luz, acompañar, sostener…

Tal vez se nos ha olvidado que esa opción, como cualquier otra, exige ser renovada, profundizada, transformada… Al final, optar por educar y dar vida me conecta mucho con la opción de amar, que también se renueva con el tiempo. Y si estas opciones continúan como al inicio, sin ganar en profundidad y transformándose, será muy difícil que permanezcan en los momentos donde la vida nos muestra su mayor misterio, su mayor vulnerabilidad. O mantenerla exigirá un esfuerzo exagerado para adaptarse a la realidad cambiante de nuestras aulas y de nuestros centros. 

Y es que, creo que el ponernos de parte de la Vida va transformándonos por dentro, haciendo nueva nuestra misión docente. Como cada día se renueva el ser padre o madre.

En este mes de mayo podemos re-optar por la educación, por ser el sí a la Vida de tantos,  y en tantos.

Zoraida Sánchez
Departamento de Pastoral de Escuelas Católicas