Clics contra la humanidad es el título del libro del experto en Filosofía y Ética de la tecnología, James Williams. Williams no rechaza la tecnología, pero sí alerta de los peligros que esta encierra cuando su uso indiscriminado puede llegar a arrebatarnos nuestra voluntad tanto individual como colectiva. La gravedad de estas “acusaciones” produce una irreversible inquietud que se confirma con la experiencia. Basta con mirar las horas de uso del móvil y de la interminable oferta de entretenimiento que este ofrece; el scroll vertical de las redes sociales, que te engancha a un vídeo tras otro; las sucesivas series de moda de plataformas como Netflix, que te atrapan capítulo tras capítulo; los avisos de los mensajes, que taladran la atención interrumpiendo a cada paso… todos ellos se articulan como eslabones de una cadena que va asfixiando nuestra voluntad a base de restarnos tiempo y libertad de pensamiento y de acción.

Estas reflexiones, aun con su halo tremendista, no son incompatibles con el reconocimiento de las ventajas de la tecnología. No se trata de volver atrás, ni de renunciar a los enormes beneficios que proporciona. Arturo Cavanna, el entrevistado en el podcast de “Maestros en la Educación”  es uno de los mayores referentes de la evolución digital de la educación de nuestro país, y lo explica muy bien cuando humaniza la tecnología en el ámbito educativo y confiere todo su poder de implantación y liderazgo a maestros y alumnos, desviando el foco de la tecnología en sí misma y devolviendo el protagonismo a las personas que deben utilizarla con rigor, mesura y seguridad, pero también con creatividad, solidaridad e incluso diversión. 

Por tanto, como en casi todo, la cuestión no está en la tecnología en sí misma sino en la conciencia que le ponemos al uso que hacemos de ella. Como Momo, la protagonista del libro de Michael Ende, podemos elegir no “ahorrar nuestro tiempo”, convirtiéndonos en autómatas sin alma, sino emplearlo en las cosas que la alimentan y la nutren desde la verdad, la belleza y la bondad. 

De nosotros depende que el scroll vertical infinito al que ya estamos tan acostumbrados no consuma nuestra humanidad. La traducción literal de scroll en español es desplazarse. Tendremos que elegir entre desplazarnos autómatamente por la barra lateral o recuperar el poder y decidir cuál es nuestro camino personal, devolverle el centro y sacarlo del borde de una pantalla. Y, sobre todo, deberemos hacerlo para ser ejemplo para nuestros niños y adolescentes, que ven aún más disminuida su capacidad de zafarse porque las pelotas, las combas y las rayuelas muchas veces lloran escondidas en el fondo del cajón de los juguetes rotos como Woody y Buzz Light Year en Toy Story. 

Victoria Moya
Directora de Comunicación de Escuelas Católicas
@victoriamsegura