No hace falta decir que empezar el primer día del año escuchando estas palabras del libro de los “Números”: El Señor te bendiga y te guarde, te haga ver la luz de su mirada y se apiade de ti. Que el Señor dirija la mirada hacia ti y te conceda la paz; es un auténtico regalo que entra sin anestesia dentro de nuestro ser. Digo sin anestesia porque cuando nos damos cuenta de que nuestro Dios nos «dice bien» a cada uno, nos mira, nos quiere iluminar, nos desea la paz… es como si, en medio de las dificultades que vivimos, brotara desde el fondo una fuerza nueva que nos despereza de nuestras quejas rutinarias y nos invita a HACER lo mismo y a SER esto mismo, los 365 días del año.
