En el principio de los tiempos de las redes sociales surgieron unos personajes blancos que nos hablaban de tú a tú de lo que conocían bien y lo compartían con el mundo sin esperar mucho a cambio. Pasó el tiempo y las propias redes sociales comenzaron a premiar a esos personajes para agradecerles que aportaran contenido y movieran a las masas en su zona de influencia. Más adelante las marcas, conscientes del poder de los personajes blancos sobre sus seguidores, decidieron entrar en el juego premiándoles con cada vez más suculentas cantidades de dinero a cambio del patrocinio de sus productos. Sigue leyendo
