Los tiempos de Adviento y Navidad están preñados de promesa, y a pesar de que cada año los vivimos desde la rutina de los símbolos y las desmesuras, queda en nosotros un espacio siempre abierto para el encuentro y la sorpresa.
La promesa de salvación ha encontrado este año una nueva esperanza, superar la pandemia y volver a abrazarnos, emerger de la soledad de nuestras relaciones, desconfinar el alma para poder urgir sin miedo a que despierten nuestros silencios acumulados, a que se sumen a la voz de los reintentos, a que hablen de sus aprendizajes y caminos recorridos.Sigue leyendo