Resulta cuando menos curioso que todo el mundo considere fundamental e importante la educación y, sin embargo, cuando se comienza a hablar sobre ella se habla de todo menos de educación.

Surgen de este modo “mitos y leyendas” sobre la educación concertada, que se convierte en la explicación maravillosa de casi todos los males… Sin duda, en el momento en que algunos consiguieran su objetivo de hacer desaparecer la escuela concertada, ya no habría nada que mejorar en la educación de España.

Uno de esos mitos es el que habla de la construcción de nuevos colegios. Afirman que las Congregaciones religiosas se quejan del déficit de los conciertos a la vez que construyen grandes colegios, y se preguntan capciosos de dónde obtienen los recursos para ello.

Pues bien, este mito no soporta mucho análisis. ¿Cuántos de los colegios de Escuelas Católicas son de reciente construcción? Muy pocos, y en todos los casos que conozco son traslado de centros en ubicaciones con poca demanda educativa. El titular decide vender el edificio antiguo y construir un nuevo colegio en otra zona, pidiendo un crédito para sufragar el coste adicional.

Estos cambios de ubicación de centros quedan, por lo tanto, claramente explicados tanto en su motivación como en su financiación: reinvertir en la educación y endeudarse en lo que haga falta.

Cuestión distinta es si piensa en los centros creados “ex novo”, a los que ya todo el mundo llama “nueva concertada”, que nada tienen que ver con los centros y las entidades titulares de Escuelas Católicas que no son precisamente nuevas. Por ello, quien no quiere distinguir dos realidades diferentes, y por eso guste de mezclar el agua y el aceite, tiene una intención o quizá sea un simple error fruto del desconocimiento…

Curiosamente, nos olvidamos siempre de una cuestión: esos nuevos centros, que son empresas supuestamente tan obsesionadas por el dinero, ¿tienen alumnos o están vacíos? Ah… la libertad de elección de las familias. Esa es la clave. Como siempre. No es bueno alargarse. Las congregaciones religiosas no están construyendo colegios nuevos salvo alguna excepción motivada por simples traslados… ¡Ojalá lo hicieran! porque muy probablemente estarían llenos. Por lo tanto, no hay que sospechar de una realidad que, simplemente, no existe.

Javier Poveda