“Si lo que es preciso aprender es a reinventar y a renovar constantemente, entonces la enseñanza deviene la educación y, cada vez más, el aprendizaje. Si aprender es el asunto de toda una vida, en su duración y en su diversidad, y de toda una sociedad, tanto en lo que concierne a sus recursos educativos como a sus recursos sociales y económicos, entonces es preciso ir más allá de la necesaria revisión de los «sistemas educativos» y pensar en el plano de una ciudad educativa. Tal es la verdadera dimensión del reto educativo del mañana. No es seguro que los conservadurismos culturales sean más fáciles de vencer que las resistencias económicas y políticas.

Pero si comparamos el premio con el envite, ¿cómo rehusar el combate?”.

Faure (1972)

Los cambios de paradigma son como las mudanzas. Al principio te ilusionas buscando el nuevo domicilio, después hay un momento frustrante porque parece que no sale nada y finalmente la alegría de encontrar el hogar deseado. En educación, en España, nos encontramos con un momento de cambio, sabemos lo que no funciona y tenemos más o menos claro lo que sí, y el horizonte hacia el que queremos crecer; estamos dando pasos, los primeros pasos, hacia ese cambio.

Uno de los cambios más significativos en este sentido es el rol del profesorado. Si preguntamos a los actuales docentes, cómo fue su experiencia como alumnado, la mayoría nos responderán que recibieron las clases tradicionales expositivas. El profesor llegaba, “soltaba su charla” y los alumnos apuntaban (en el mejor de los casos). Sin embargo, la mayoría de los recientes estudios en neuroeducación, en inteligencias múltiples y en diferentes modelos de aprendizaje… coinciden en que para que se presente un aprendizaje de calidad, tienen que coexistir:

  • Emociones.
  • Habilidades sociales, proactividad (por parte del alumnado) y autonomía.
  • Construcción significativa de estrategias de aprendizaje (construimos el aprendizaje sobre el anterior escalón de lo que sé hacer, como subir los peldaños de una escalera).

Desde aquí, tiene sentido el rol del profesorado como mediador; vamos a ser puentes para guiar al alumnado a cruzar la orilla del río. Respetando su ritmo, con sus fortalezas; nosotros hemos de tener claro el destino y guiarles para alcanzarlo. Esto, que denominamos innovación, ya es citado por E. Faure, en el informe[1] “Aprender a ser. La educación del futuro” de la UNESCO (1972) “Ya no se trata de adquirir, aisladamente, conocimientos definitivos, sino de prepararse para elaborar, a todo lo largo de la vida, un saber en constante evolución y de «aprender a ser”.

En los diferentes modelos de mediación, siempre se insiste en la importancia de que el mediador no intervenga en dar soluciones, ni opiniones personales sobre el conflicto, sino que ayude a las partes a encontrar acuerdos en que ambos se sientan conformes, “yo-gano y tú ganas”. Es aquí donde el rol del profesor cobra todo su sentido: no puedes ser mediador de contenidos, sino guía para acompañar en el proceso de adquirir estrategias o competencias. En nuestro caso, creemos que las de aprender a pensar son las que más valor aportan al alumnado, no son las únicas obviamente. Pero si  queremos personas con herramientas para cambiar el mundo, para construir un mundo mejor y para conseguir llegar a ser felices (todos)… necesitamos proporcionarles estrategias que les permitan un buen autoconocimiento, para desde sus fortalezas, emprender el cambio.

 

Luisa del Campo Martín –Cobos
Orientadora Secundaria del Colegio Santa Ana y San Rafael (FEMDL), Madrid

Jacobo Suárez Matallana
Profesor Pedagogía-Terapéutica Secundaria del Colegio Santa Ana y San Rafael (FEMDL), Madrid

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oye@orientandoyeducando.es

[1] “Aprender a ser. La educación del futuro.” Alianza Unesco, 1972. Informe en pdf www.unesdoc.unesco.org