Pánico, vértigo, tensión, nervios… Mil y una emociones recorrieron nuestro cuerpo el día en que nos dijeron que se suspendía la actividad lectiva presencial. Cuando la directiva nos comunicó la decisión que habían tomado tras largas horas de reuniones, nos pareció la mayor locura imaginable: íbamos a trabajar desde casa, siguiendo con todas nuestras clases, solo que por videoconferencia. Así que nuestro horario debería mantenerse intacto, replanteando todas nuestras actividades, nuestros proyectos y nuestras sesiones.

El dolor de cabeza solo dejaba aflorar una pregunta: ¿pero por qué tenemos que hacer este sobreesfuerzo? Y la respuesta desde nuestros superiores fue clara y concisa: por nuestros chicos. No hizo falta más, enseguida nos pusimos manos a la obra.

Casi dos semanas después del comienzo del confinamiento seguimos haciendo lo imposible por ellos. Nos hemos reinventado en tiempo récord, hemos aprendido a manejar nuevas herramientas y nuevas formas de evaluación.

Pero está valiendo la pena, porque ellos nos han demostrado una constancia, una entereza y una madurez que no podríamos haber imaginado hace dos semanas. Están sacando lo mejor de ellos mismos. Parece que nuestros adolescentes han progresado en estos días más de lo que quizá habrían conseguido en todo el curso. Es cierto que las situaciones críticas hacen madurar a las personas, hacen que surja lo más humano de nosotros mismos, pero no podíamos pensar que tuvieran una respuesta tan excepcional.

Los alumnos nos están dando la fuerza que más necesitábamos. Es una alegría y un soplo de aire fresco poder seguir viéndolos a diario, aunque sea a través de nuestras pantallas, y nos estamos dando cuenta de lo mucho que los echamos de menos cuando no los tenemos delante. Porque ellos son, y seguirán siendo, nuestra razón de ser, el espíritu que nos impulsa día a día.

Así pues, sin menosprecio al resto de ciudadanos ejemplares que nos rodean, valga mi más sincero aplauso a estos jóvenes héroes invisibles que están mostrando su mejor cara ante la adversidad.

Sergio Vázquez
Profesor de Biología y Física y Química en Secundaria