En este Jubileo Extraordinario de la Misericordia, inaugurado el pasado 8 de diciembre por el papa Francisco, las escuelas católicas, como miembros de la Iglesia, estamos también llamadas a “hacer del umbral de nuestros colegios un pequeño gran signo de la Puerta de la misericordia y de la acogida de Dios”. Se nos alienta “a abrir” nuestras “puertas, para salir con el Señor al encuentro de” los alumnos y sus familias, de los profesores y personal de administración y servicios, de antiguos alumnos y de todo aquel que se acerque a nosotros. Somos invitados a acoger a todos ellos, como hijos e hijas de Dios, “en camino, a veces indecisos, a veces perdidos, en estos tiempos difíciles”.

“La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en nuestra acción pastoral”, y docente, “debería estar revestido por la ternura; nada en nuestro anuncio y en nuestro testimonio de cada día puede carecer de misericordia”. Con este jubileo se nos brinda “una ocasión única para experimentar en nuestra vida el perdón de Dios, su presencia y su cercanía, especialmente en los momentos de mayor necesidad”. De Jesús, rostro de la misericordia del padre, “aprendemos que el perdón y la misericordia es lo que más desea Dios, y lo que más necesita nuestro mundo, sobre todo en un momento como el actual en el que se perdona tan poco, en la sociedad, en las instituciones, en el trabajo y también en la familia”. En muchas ocasiones, hemos experimentado cómo el perdón incondicional, la corrección realizada con ternura, la confianza esperanzada y el reconocimiento de la bondad de las personas, hacen surgir lo mejor en nuestros alumnos y compañeros; este jubileo es una invitación a resaltar estas actitudes tan importantes en la acción docente. Durante este año hagamos que nuestro “lenguaje” y nuestros “gestos transmitan misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre. La misericordia es el corazón de Dios; por ello, debe ser también el corazón de todos los que se reconocen miembros de la única gran familia de sus hijos”.

El papa Francisco ha definido la labor educativa como “un acto de amor”, en el que se “da vida”. El educador cristiano está llamado a ser testigo de la misericordia en “una sociedad donde es difícil encontrar puntos de referencia. Daremos sentido a la escuela, al estudio y a la cultura, si no reducimos nuestra labor a la sola transmisión de conocimientos técnicos sino ponemos el esfuerzo en construir una relación educativa con cada alumno, que debe sentirse acogido y amado por lo que es, con todos sus límites y potencialidades”. En este año jubilar, impregnemos de la temática de la misericordia las actividades que realicemos, aprendamos juntos, alumnos, profesores y familias, cuáles son los valores y cuáles los hábitos que se desprende de ella y “crean armonía en la sociedad”.

Desde Escuelas Católicas os invitamos a leer, meditar y poner en práctica la bella enseñanza sobre la misericordia, que se desprende de las palabras del papa Francisco, pronunciadas o escritas en un amplio abanico de documentos, y que en los textos con comillas hemos tratado de presentar brevemente. Con nuestro pontífice, “confiamos estas reflexiones, junto con los mejores deseos para este año jubilar, a la intercesión de María Santísima, Madre atenta a las necesidades de la humanidad, para que nos obtenga de su Hijo Jesús, Príncipe de la Paz, el cumplimento de nuestras súplicas y la bendición de nuestro compromiso cotidiano en favor de un mundo fraterno y solidario”.

Mercedes Méndez Siliuto, ra
@memesira