Todas las mañanas del mundo son caminos sin retorno. Tengo anotada esta frase en un pósit sobre mi mesa de trabajo, la leí en la novela Tous les matins du Monde de Pascal Quignard, que después Alain Corneau convirtió en delicada película. A pesar de su aparente estoicismo, incluso de su cierto sentido trágico, la idea no deja de ser apropiada para este comienzo de curso, especialmente después de todo lo que hemos aprendido e incorporado de la experiencia.

Nuestra forma de manejarnos en la vida nos ha acostumbrado a los retornos, incluso los preparamos, esperando volver a lo que hacíamos antes, sobre todo a cómo lo hacíamos, una facilidad innata para convertir en tradición nuestras rutinas y defenderlas de cualquier intento de cambio, avance o revolución. Este curso lo empezamos con ánimo diferente. No es solo que hayamos aprendido a manejarnos en el intrincado dédalo de las medidas de protección y cuidado, tampoco es una resignación a lo que venga, como si ya nada nos pudiera asustar y nos hubiéramos convertido en los valientes pulgarcitos de la educación. Este curso va a ser diferente porque nosotros lo somos, y lo son también nuestros alumnos y comunidades educativas, porque la realidad nos ha enseñado a amar el misterio y la incertidumbre, porque hemos comenzado a superar esa peculiar tortícolis que afecta a los proyectos y las programaciones, siempre preocupados por volver a lo que nos hizo felices.

Este aprendizaje nos impulsa al frente, nos recuerda que a aquello que nos ha hecho felices no debemos tratar de volver, como canta Sabina. Los caminos sin retorno son una invitación a salir de la obsesión por repetir modelos y valores, instantáneas de un pasado, resistencia íntima a abandonar ese eterno retorno que tranquiliza conciencias. Es así como la creatividad se convierte en un camino sin retorno, cada mañana nos incluye en la lista de quienes confían en el valor de lo por venir, de quienes arriesgan sus equipajes metodológicos y pastorales para hacerlos vida y no leyes ni moldes. Es así como la creatividad, al igual que otros septiembres, se nos presenta este año como capacidad intacta y hecha de trazos.

La vida nos embarca en sendas tortuosas, que se cruzan entre ellas, que a veces se difuminan y otras se llenan de obstáculos, que vuelven sobre sí mismas y nos fuerzan a repetir la historia, como si no hubiéramos aprendido nada de lo recorrido. Solo cuando hacemos nuestras esas sendas y miramos su recorrido sin miedo, comprendemos que no admiten el retorno, nos llevarán a novedosos paisajes del aprendizaje, nos embarcarán en espacios de evangelización que abran, a su vez, nuevos caminos para otros, tal vez acostumbrados a las trochas y atajos.

Dice el filósofo estadounidense Joseph Campbell que debemos estar dispuestos a dejar ir la vida que planeamos, para poder tener la vida que nos espera (we must be willing to let go of the life we planned so as to have the life that is waiting for us). Se nos hace real esta recomendación, obligatoria incluso para poder mirar cada mañana, de forma especial esta primera mañana de curso, ese espacio común que nos capacita para educar, siempre con un ojo hacia lo sabido y otro a lo por saber, en un equilibrio que nos permite crecer, avanzar y sentir.

No se nos pide abolir la historia, levantar cada comienzo de curso una pira en la que quememos el pasado y recibamos lo nuevo. La tarea supone adentrarnos en todas las relaciones, en todas las posibilidades, en todos los encuentros que cada mañana nos ofrece. Se nos pide confianza en las oportunidades, mirada firme y penetrante al futuro incierto que se empaña en nuestros ojos. Se nos pide decisión y paso firme, no paso seguro, porque ese se queda al abrigo de las tempestades, sino un paso que no tema las tortuosas sendas que la mañana nos regala, y decisión para salir del confort y la comodidad de los caminos trillados, para emprender los viajes que solo el corazón entiende y la creatividad propone. Se nos pide creer en ese camino sin retorno, porque para aquel que educa todas las ventanas dan al mañana.

Pedro Huerta
Secretario General de Escuelas Católicas
@pedrojhuerta