Ya lo dijimos en el confinamiento: “ELLOS son los que nos están dando una verdadera lección, los que nos enseñan cada día”.

Soy maestra de vocación, fue mi deseo desde que tengo uso de razón, y estoy convencida de que no habría podido elegir una profesión mejor. Trabajo con los más pequeños y, a la vez, con los más GRANDES.

Solamente hace unos días que comenzó el curso, que abrimos las puertas de las aulas, y ya podemos hablar de todo lo que nos han enseñado. El primer lunes estábamos dando pautas, organizando, respondiendo a las mil dudas que surgían en las reuniones con las familias… y teníamos un cierto “gusanillo” en el estómago. Había mucho trabajo detrás, mucho cariño, mucha ilusión, pasión y amor, pero la incertidumbre siempre estaba acechando. ¿Cómo sería la vuelta al cole? Pues bien, os lo voy a contar.

Martes por la mañana, todo preparado con las medidas que la Comunidad de Madrid había impuesto, el patio delimitado, las entradas escalonadas, personal de refuerzo ayudando, gel, felpudos y mascarillas. – ¡Es la hora de abrir! ¿Qué nos falta? Lo más importante: ¡ELLOS!

Sí, ELLOS, con mayúsculas, los verdaderos protagonistas. Esos niños y niñas esperando pacientemente para poder entrar, haciendo la fila y mostrando su mejor sonrisa, la que expresa con sinceridad la grandeza de la vida, lo realmente importante. Sus caras de felicidad ya nos transmitían tranquilidad desde fuera y nos ponían los pelos de punta de la emoción. En el momento en el que la puerta se abría, pudimos ver el milagro, ahí estaban los pequeños-grandes héroes de la historia. Empezaban a entrar siguiendo la línea indicada, caminando tranquilamente o -algunos- corriendo como si fuesen los campeones de la maratón del siglo. Reflejaban lo único que necesitábamos para saber lo importante que es para ELLOS volver a su cole, con sus amigos, con sus “profes”.

ELLOS sí que son un ejemplo para todos. Iban buscando su fila, chocaban los codos, miraban atentamente y buscaban a sus referentes, llenos de ilusión. Jamás olvidaré sus caritas, no hay mejor regalo. El patio de Infantil de nuestro cole era una fiesta, y ELLOS los protagonistas. Es entonces cuando te das cuenta de que da igual que lleves mascarilla y que no puedan ver del todo tu rostro porque para ELLOS seguimos siendo las mismas, las que les mimamos, ayudamos, enseñamos, aprendemos, jugamos, compartimos y vivimos aventuras que solamente ELLOS conocen. ¡Cuánto se puede disfrutar en el cole! ¡Qué importante es! ¡Hay vínculos que ningún virus puede destruir!

Los más pequeños, los de 3 años, no conocían el cole; para ELLOS todo era nuevo. Sin embargo, dos días han sido suficientes para que pidan volver, para que se marchen con ojitos brillantes y sonrisas de oreja a oreja. Las pequeñas lágrimas desaparecen a lo largo de la mañana y algunos no se quieren ir a casa. Ahí eres consciente de que hay instantes que no tienen precio. Las familias agradecen y tú sientes que es algo mutuo. Ya no hay dudas, ELLOS han calmado la tempestad.

Después de vivir todo esto, si alguien se atreve, de nuevo, a preguntarme qué es lo que puedo enseñar a niños tan pequeños, contestaré orgullosa: “No soy yo la que les enseña, sino la que aprende de ELLOS cada día”. Sí, está claro: ELLOS son nuestro futuro, nuestro faro en la oscuridad, nuestros PEQUEÑOS-GRANDES HÉROES que brillan con luz propia. GRACIAS A TODOS.

Vanesa García Pérez
Colegio Montpellier, Madrid