Vivimos en una sociedad donde se ha institucionalizado el “ruido”. Es muy difícil escapar de las noticias infinitas servidas en papel, a través de la radio, en la televisión o por supuesto en Internet, de las actualizaciones constantes en redes sociales, de las polémicas por asuntos serios o banales, de los memes que (a veces) nos hacen sonreír, de las canciones del verano que suenan en todas partes. El ritmo elevado de impactos al que nos hemos acostumbrado hace que consideremos como algo viejo y ya sabido aquello que ha pasado hace más de un par de horas, y el ansia por lo nuevo mueve la máquina de la información. Instituciones de todo tipo, empresas y gobiernos, han descubierto maneras nuevas de dirigirse a sus potenciales públicos, y la competencia por captar y mantener su atención es feroz.Sigue leyendo
