“Bendito sea el Señor… por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”, Lc (1, 67-79).

Leo esta cita bíblica y pienso. Me sugiere esperanza de que hay alguien que siempre te guiará y dará luz cuando tú no vayas por buen camino o no estés en una buena situación, que para todos surge un nuevo sol cada día para indicarnos qué debemos hacer para alcanzar la paz. Me invita a confiar en mis propios pasos y, si alguna vez me desencamino, alguien podría guiarme, como una luz que te sigue y está pendiente para enseñarte lo que debes hacer.

Me invita a ser fiel a mi propio camino y mis pasos, porque cada uno tiene un horizonte y un objetivo que perseguir, pero a su vez cada uno puede desviarse de este horizonte y de este objetivo. Por eso hay siempre alguien que, de cualquier forma, te advierte de que ese no es el camino correcto. Te ofrece luz para darle claridad a tus pensamientos y que estos no se dejen llevar por tentaciones o te nublen el juicio. Un hombre puede dejarse llevar por la violencia, por la rabia y por la necesidad de dañar algo o a alguien para sentir que está haciendo algo bien, mas todos sabemos que ese no es el camino. Un pastor le muestra a sus ovejas el lugar por el que tienen que pastar, pues bien, este alguien nos conduce de la misma manera hacia la paz y la tranquilidad de la que todos queremos gozar.

Dios siempre estará dispuesto a perdonar, a tener misericordia con nosotros, porque Él sabe que no siempre, al menos no en el mundo en el que estamos, podremos ejercer la paz, y nos perdona, nos vuelve a perdonar y tiene compasión. Sin embargo, nos guía para que esos malos momentos no vuelvan a ocurrir para buscar un equilibrio tranquilo y pacífico. Si no apareciera en el mundo el perdón, el rencor dominaría nuestra vida y así resultaría más complicado llegar a esa paz tan ansiada.

En conclusión, debemos confiar en nuestros pasos para que cada uno de nosotros camine hacia un final que acabe bien, pero al ser humanos sabemos que no siempre vamos a ser luz ni para nosotros ni para los demás. Por eso, la oportunidad de levantarse cada mañana, la nueva aurora, alguien que te avise de que algo no está del todo bien, una intuición, una voz… Te pueden hacer girar los engranajes de tu vida y hacerla cambiar para algo mucho mejor, una vida con paz.

Yo interpreto que con la ayuda de los demás y de Dios, podemos alcanzar el objetivo y el horizonte que queremos alcanzar. Eso es lo que interpreto de esta cita bíblica.

Daniela Feijóo López
Alumna de 2º de Secundaria en el Colegio Divino Maestro de Orense