A veces pensamos que para cambiar el mundo hace falta tener grandes ideas, participar en grandes empresas, que es cosa de la clase política, pero evidentemente no es la única ni la mejor manera de hacerlo. Para cambiar el mundo, antes tenemos que empezar por nosotros mismos, por cambiar nuestro entorno más cercano y nuestra inclinación a pensar que aquello que no nos atañe de forma directa o personal, no es de nuestra incumbencia. Sin embargo, son las cosas más insignificantes o los gestos más pequeños los que, a veces, pueden tener efectos inimaginables, pueden convertirse en la raíz de trascendentes iniciativas, que poco a poco contribuyen a enriquecer la realidad que nos rodea.»

Vivimos en tiempos confusos e inquietos, en una sociedad cada vez más globalizada, pero donde es evidente que siguen persistiendo los conflictos, la intransigencia y la intolerancia. Las desigualdades sociales han aumentado en todo el mundo, pero contamos con una potente herramienta de equidad y, seguramente, una de las más poderosas para lograr la transformación y afianzar una sociedad más justa y solidaria, la educación. Como bien común esencial contribuye a desarrollar la dimensión personal y social de las personas, haciendo posible creer que se puede vivir de otra manera.

¿Somos conscientes de que en nuestros centros tenemos el motor más eficaz para conseguir la tan necesaria transformación social?Tenemos en nuestras manos la posibilidad de hacer un mundo mucho más justo, más amable y generoso.

El Día de la Paz, el Domund, la recogida de alimentos, o el rastrillo solidario, son pequeños granos de arena que juntos promueven la sensibilización de los alumnos y ayudan a detectar las necesidades del entorno cercano o lejano. En todos los centros se realizan, cada año, múltiples actividades de compromiso social que están fuertemente arraigadas en el alma mater del centro. ¿Pero cuál es el sentido último de las actividades? ¿cuál es la meta ideal por la que nos debemos mover?

Cuando en los centros reflexionan sobre ese sentido último, llegan a la conclusión de que no deben realizar actividades aisladas, donde los alumnos año tras año las ejecuten sin más, quedándose en el nivel de sensibilización, sino que deben conseguir un crecimiento integral de todos los participantes, a través de la empatía, la autoestima o la dimensión espiritual. Sin olvidar, que dichas actividades pueden transformar el entorno social cuando se mejora la detección de las necesidades, la apertura del centro al entorno o se consolidan en el tiempo. Debemos impulsar y fomentar entre todos los miembros de la comunidad educativa, y muy especialmente en los alumnos, la caridad, la solidaridad hacia los demás y hacia los grupos más desfavorecidos y sobre todo, el compromiso por el cambio de las estructuras injustas.

Desde Escuelas Católicas hemos elaborado el Programa “Tejiendo compromiso social en red” con el fin de fomentar y dar a conocer todas las actividades que ya realizan los centros y acompañarles para que consigan verdaderos itinerarios de solidaridad. Contribuyendo a crear una red entre todos los centros donde compartir buenas prácticas.

Estamos convencidos no solo de que «la unión hace la fuerza» y que con el aporte de todos se alcanza más fácilmente el objetivo común, sino que es una oportunidad para asumir activamente sus responsabilidades en la construcción de un mundo mejor, siempre desde el prisma del respeto mutuo. Tenemos la capacidad de marcar la diferencia en el paso de los alumnos por el centro, porque la solidaridad no solo consiste en brindar tu tiempo y tu esfuerzo a los demás de una forma desinteresada, con el único fin de producir un beneficio en el otro, sino que también consigue un provecho propio cuando repercute intrínsecamente en uno mismo, ayudándote a desarrollar tu propio proyecto de vida.

Desde este programa queremos hacer una invitación a los centros e instituciones para seguir actuando desde la responsabilidad social,y que los centros puedan hacer un proceso integral de acompañamiento en lugar de acciones puntuales. Queremos abrir un hermoso horizonte sin límites, para que todos los integrantes de la comunidad educativa sean capaces de vivir experiencias transformadoras y lograr el equilibrio interior de las personas.

Carmen Urbina