El papa Francisco ha muerto justo cuando celebrábamos la Vida… Y ha decidido reposar en tu basílica, Santa Maria Maggiore… Y no me sorprende, aunque vuelva a romper los protocolos y tradiciones.
Cada 9 de mayo, Europa celebra su día. Una fecha que conmemora la histórica Declaración Schuman de 1950, en la que el entonces ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, propuso la creación de una Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Lo que parecía en ese momento un gesto para compartir recursos estratégicos entre Francia y Alemania, países enfrentados por siglos de guerras, resultó ser el primer paso hacia un ambicioso proyecto político: la Unión Europea, un espacio de unidad, paz y pueblos hermanos, que más allá de las fronteras, comparten democracia y valores humanos.
El reciente fallecimiento del papa Francisco no ha dejado indiferente a la sociedad. En las calles, supermercados, transporte público… escuchábamos conversaciones centradas en su persona, su mensaje y en las imágenes con presos, niños, inmigrantes… y cierto es que luego derivaban en valoración o crítica a la Iglesia como institución, en propuestas para una nueva organización, en ensalzar más un estilo que a otro, que si corrupción, que si secta, clericalismo, que si poder patriarcal… Definitivamente la muerte de Francisco no nos ha dejado indiferentes.
Entendemos por acoso escolar o bullying una serie de conductas de persecución física y/o psicológica que puede consistir en difamar, aislar, amenazar, pegar, robar, romper objetos personales, etc., y que realiza uno/a o varios alumnos/as contra otro/a, de manera intencionada, sistemática y prolongada en el tiempo. Esta acción sitúa a la víctima en una posición de la que difícilmente puede salir por sus propios medios.