Hace unas semanas tropezaba con un estudio que se titulaba “Patrones de uso de dispositivos móviles por cuidadores de niños durante las comidas en Restaurantes de Comida Rápida”.

A pesar de lo rimbombante del título, que se las trae, es bueno conocer los derroteros en los que se enfrascan los investigadores para conocer el escenario social en el que vivimos. Sin ahondar mucho, una de las principales conclusiones del estudio era que según el grado de atención que depositaba el cuidador en su dispositivo, el nivel de dureza al responder al niño, si este reclamaba atención, era muy elevado.   

Sin activar las alarmas, dice mucho que uno de los principales factores de la ecuación social del momento sea la atención humana en un momento en el que las interacciones personales se han incrementado. Los sujetos del estudio eran personas adultas, muchos de ellos padres y seguramente nacidos entre 1980-1995. Habrán crecido en un mundo donde la información ha ido en aumento hasta convertirse en tóxica (infoxicación), donde las emociones han motivado la aparición de nuevas actitudes como el ‘postureo’, y donde la conectividad nos ha convertido en esclavos de la atención a todas horas. Podemos ponerle apellidos, generación Millennial, pero realmente el avance tecnológico ha provocado un cambio a escala transgeneracional, podemos estar hablando más de una “actitud millennial” que de una generación en sí misma.

Académicamente se les cataloga con el concepto FOMO, Fear of MissingOut (miedo a perderse algo). La atención es su gran talón de Aquiles, curiosamente no logran tener una atención mantenida más de 12 segundos a pesar de estar conectados 6 horas y 19 minutos de media a la semana y a diferencia de sus hijos que no alcanzan 5 horas y 30 minutos de media a la semana, según PewResearch. Una generación que está atenta al reconocimiento público en forma de retuits y Likes, más que al privado. Muchos de ellos, jóvenes profesionales que han saltado al mercado laboral en época de ‘vacas flacas’ y que buscan reconocerse en los valores que defiende su empresa. Valores a veces inexistentes en el mercado que ha provoca el boom del emprendimiento. 

Hijos del Milenio

En un ‘chas’ los Millennials se han convertido en padres. Los millennial vuelven a cruzar el umbral del colegio, no tanto para recoger notas sino más bien para hablar con la tutora de su hijo. Son la generación más sobreinformada de la historia y eso afecta a los centros educativos. Durante el proceso de elección los progenitores se informan, preguntan, investigan e incluso olfatean en Internet hasta el más mínimo detalle en lo referente a los pros y contra del centro. Son expertos en encontrar el mejor servicio al mejor precio, ¿por qué no elegir el colegio que mejor se adecua a las necesidades de su hijo?

Estamos a una época en la que hay que vivir de cara a la galería, nos guste o no. Y eso conlleva que centros e instituciones comprendan el poder de la imagen que proyectan al mundo. Como hemos comentado antes, los padres viven volcados a los medios digitales y el tiempo de atención que dedican a un contenido es mínimo. La necesidad de ofrecer una información clara, concreta y concisa empieza a ser una necesidad. Mucho más cuando los centros deben hacer su carta de presentación digital ante unos padres que responden a un consumo mediático muy distinto al de otras generaciones. En el caso de una web, los elementos visuales deben reflejar la historia (storytelling) que les describe, comprender el mensaje del fundador/a y adaptarlo al lenguaje millennial. Saber trasladar ese mensaje a los nuevos medios, a las redes sociales y a las distintas plataformas, y conseguir que exista una interacción emocional entre el centro y estos nuevos padres infoxicados.

Los padres viven 24 horas y 7 días a la semana conectados a Internet, y las redes sociales son la principal fuente de información para el 40% de los millennials. Podemos decir que es una espléndida oportunidad para conseguir que los colegios compartan espacio informativo en redes sociales donde publican familiares, amigos o marcas con las que comparten valores. Todo ello suscita que la conexión emocional con el centro acabe siendo mucho mayor. Y no solo eso, lograrán mantener unos padres informados y orgullosos del centro. En definitiva, los colegios tendrán a los mejores embajadores de marca, sobre todo para otros padres millennials.

 

(Min: 3:33 al 05:03)

Chema Ivorra
@cheivor