Una cosa es ofrecer y otra que me elijan. En tiempos de elección de centros proliferan los carteles de puertas abiertas en las fachadas, los lemas de los coles y las campañas de captación de alumnos.

Es hora de sacar brillo a nuestro valor diferencial y gritarlo a los cuatro vientos. Si no tienes claro cuál es, es hora entonces de que te pongas las pilas y lo busques. No indagues mucho, solo párate a pensar. En ocasiones estamos buscando fuera aquello que tenemos dentro. Seguro que al encontrarlo dirás cosas como “si lo tenía delante, cómo no lo veía” o aquello de “si llega a ser un elefante me come”.

Lo que buscan los padres

Los padres tienen mucho que elegir. Lo primero qué tipo de educación quieren: pública o concertada. Si eligen concertada tienen que decidir si quieren un colegio católico o no. Y en tercer lugar qué centro es el adecuado. Después de todo ese proceso tienes que ayudarle a encontrarte.

En estos días los medios recogen esos decálogos de las “10 cosas que buscan los padres de un centro”. Estarás o no de acuerdo, pero lo cierto es que hay que conocer las expectativas de los padres y tratar de satisfacerlas sin renunciar a tu esencia. A veces es tan simple como preguntar y transmitirles y enseñarles lo que quieren ver. Si están interesados en el deporte, enséñales los patios y las piscinas; si están interesados en tu proyectos, llévales al aula; si están interesados en la dieta, visita con ellos el comedor. No hagas una visita ni una jornada bonita, haz que sea útil.

Lo que realmente importa a los padres es que sus hijos sean felices y estén seguros. Por eso en esos decálogos y en otros informes, como el de Demandas educativas que realizó Escuelas Católicas junto al Instituto Universitario de la Familia de la Universidad de Comillas, lo que más importa es el clima social, los valores, la atención personalizada, el proyecto de vida de los estudiantes… ¿Te suena todo esto?… A mí me resulta muy familiar. Me recuerda a ideario, me suena a carisma, me coloca en clave pastoral… me suena a colegio católico. ¿Lo ves claro? Tu diferencia es tu esencia, lo que te hace único, lo que te hace grande, lo que te hace fuerte, lo que te hace social y evangélicamente significativo. Ahí lo tienes. Nunca una “búsqueda del tesoro” fue tan fácil. Estaba tan cerca que casi podías tocarlo. Estaba tan dentro que casi ni lo escuchabas. No busques más y sigue avanzando.

Y ahora, toca comunicarlo

Si ya lo tienes claro, no te lo calles. El otro día alguien me dijo: “Hay que decirlo con la boca alta”. Le corregí. Ahora veo que tenía razón. Yo estaba equivocado. Todavía no sé si quería decir con la boca grande, que significaría anunciarlo muy alto y con orgullo. Lo contrario de la boca pequeña que es con la que habla la humildad de algunos grandes docentes y directivos. Igual quería decir con la cabeza alta, con la satisfacción y la seguridad del trabajo bien hecho. Con “la boca alta” es lo correcto.

Asegúrate de que todas las personas de tu centro lo conocen: tus profes, el personal de administración y servicios (especialmente el personal de recepción), tus padres y tus alumnos. Y después compártelo, colócalo en tu fachada, destácalo en tu página web (no olvides que la primera jornada de puertas abiertas es tu página web), repítelo en tus redes sociales, inclúyelo en tus circulares y medios de comunicación internos y si te atreves haz camisetas, bolígrafos, mochilas, gorras… Que todos sepan que encarnas tu valor y no te avergüenzas de contarlo.

En definitiva, convéncete, es posible aumentar el número de alumnos de tu centro siendo quién eres y haciendo las cosas como las haces. Solo hay que contarlo bien. ¿Me lo cuentas?

@albertomayoral