Querida Carmen, querida Charo:

Os sorprenderá recibir una carta, y más metida en un blog, pero cuando me pidieron escribir esta entrada, no me salía escribir algo teórico, así que he pensado recuperar el estilo epistolar, por lo que tiene de romántico, por lo que tiene de poder contar desde la realidad, nuestras reflexiones, las vivencias que cada una tenemos desde nuestro puesto de “liderazgo” que día a día nos impone nuestros colegios.

El curso termina y entre el follón de junio, de todos los e-mails que abarrotan mi buzón de entrada lleno de memorias y evaluaciones, está la noticia de que ya no quedan plazas para el congreso de noviembre de Escuelas Católicas en el que participaremos como ponentes y me da un vuelco al corazón. No puedo dejar de pensar ¿cómo he llegado hasta allí?

No quiero decir la socorrida frase de “parece que fue ayer…”, pero no puedo evitar pensar lo rápido que pasa el tiempo, cómo ha volado un curso más, un curso tras otro. Recuerdo aún cuando decidí hacerme maestra, un poco en contra de la gente de mi alrededor, mi primer curso, mi primer cargo con responsabilidad… y de repente “chas” verse con vosotras en un escenario hablando de liderazgo. Todo ha pasado como una película a cámara rápida.

Visualizo ese auditorio lleno, gente veterana en esto de la dirección y del liderazgo, alguna incluso que es mi referente y maestra, directores que pueden que tengan todo bajo control en un santiamén, con las respuestas oportunas en cada momento ante la cantidad de acontecimientos que se viven en un colegio a cada segundo y me pregunto ¿qué podremos aportarles nosotras? Tres mujeres de trayectorias distintas, en colegios de órdenes distintas… Lo he pensado mucho y creo que lo que podemos hacer al hablar del liderazgo es en primer lugar poner una voz colectiva, por eso tiene sentido estar las tres. Creo que para ninguna tiene sentido el liderazgo sin el equipo. En segundo lugar hablar con voz de maestro, aportando esa visión de aula, ese liderazgo que pone en el centro al niño, a la persona… Un líder que tiene en la cabeza la escuela, con una visión tan amplia de cada momento, que permita situar cada decisión, cada problema en el punto donde se cruzan el pasado, el presente y el futuro. Creo que podemos hablar de un liderazgo laico, ya que ninguna somos religiosas, pero estamos muy comprometidas con la misión de cada uno de nuestros proyectos y fundadores, escribiendo la historia de nuestras órdenes y de la escuela católica. Seguro que a vosotras se os ocurren más aportaciones.

Creo que no es una misión fácil, a mi me costó decidirme a aceptar la invitación, pero creo que si conseguimos reflejar cómo entendemos el liderazgo, tendrá sentido el hacerlo. Muchos son los que hoy en día hablan sobre la escuela, sobre el liderazgo pedagógico, muchos de ellos desde fuera del proceso de enseñanza-aprendizaje, lejos de las aulas… políticos, teóricos, desertores de la tiza… Es el momento de que se oigan nuestras voces, a fin de cuentas somos nosotras quienes sabemos hasta que punto es complejo que las ideas se traduzcan en acciones concretas.

Ya tengo un listado de libros con este tema para compartir con vosotras, aunque no se si realmente nos hará falta, ya que realmente lo que puede que tenga sentido compartir es nuestra experiencia. Sabéis lo que me gusta leer, lo que me gusta formarme, en una misión imposible de hacerlo cada vez mejor, llegar a todos y cada uno, y cuanto más leo y busco, más me doy cuenta de que nunca es suficiente, que la única formación que me va sirviendo en esto del liderazgo es aquella que me ayuda a bucear en mi misma, para sostenerme, para entender a los demás, acompañarles, leer los acontecimientos, para cambiar la mirada, etc. Este es quizás el gran aprendizaje que debamos hacer y transmitir, debemos mostrar la importancia de liderarse a sí mismo antes de liderar a los demás, también la idea de que sin la voz de cada uno, todas las demás son inútiles. Sí que me gustaría tener este verano la oportunidad de soñar juntas, ya que cuando hablo con vosotras todo parece más fácil y además las ideas crecen y se multiplican.

Antes de despedirme, quiero deciros que me siento afortunada, por todos y cada una de las personas que me han acompañado en este camino y que han aportado las distintas esencias que configuran lo que soy y mi liderazgo. Será un placer compartir con vosotras escenario. Debo de estar loca, pero creo que me jubilaré siendo maestra y creo que ese día recordaré sonriendo ese momento que me atreví a subir a un escenario con vosotras, con voz de maestra, como “maestra del liderazgo”.

Espero vuestras cartas, os mando un abrazo que ya huele a verano.

Mar Martín Murga
Ponente del XV Congreso de EC “#Magister. Educar para dar vida”