Entendemos por acoso escolar o bullying una serie de conductas de persecución física y/o psicológica que puede consistir en difamar, aislar, amenazar, pegar, robar, romper objetos personales, etc., y que realiza uno/a o varios alumnos/as contra otro/a, de manera intencionada, sistemática y prolongada en el tiempo. Esta acción sitúa a la víctima en una posición de la que difícilmente puede salir por sus propios medios.
Las Líneas de Ayuda ANAR atienden a diario consultas por diferentes motivos relacionados con niños, niñas y adolescentes, entre ellos, el acoso escolar, ofreciéndoles orientación psicológica, social y jurídica, también a través de las personas adultas de su entorno. Se trata de una herramienta gratuita, confidencial y anónima, y funciona 24 horas, todos los días del año y en el ámbito nacional. Cómo atender un caso de acoso escolar El psicólogo/a de las Líneas de Ayuda ANAR realiza una exploración en profundidad del problema, ya que cada caso es único y, por supuesto, tiene que valorar el entorno del menor de edad para ver si está protegido y con quién cuenta. Asimismo, apoyándonos en nuestro equipo de abogados/as y trabajadores/as sociales, derivaremos a los profesionales necesarios para atajar cada situación y, en casos de riesgo inminente, activar los protocolos necesarios con autoridades competentes para proteger a ese/a menor de edad. Según algunos datos de nuestros informes sobre acoso escolar, nos encontramos con que muchos de estos niños/as tardan más de un año en pedir ayuda. Sin embargo, es muy importante que una persona menor de edad que sufre bullying reciba atención psicológica inmediata, y también los acosadores/as. Ambos pueden necesitarla. Es imprescindible que la víctima reciba una valoración psicológica del impacto, para posteriormente adecuar el tratamiento y mejorar su afrontamiento y superación de posibles secuelas. El impacto del acoso también dependerá de la existencia de una buena red social, del apoyo familiar y la rapidez con que se tomen medidas. La ayuda psicológica sin un abordaje serio del problema en el centro escolar puede no tener los resultados esperados, ya que necesitamos toda su implicación y colaboración. Cabe destacar que muchos acosadores/as pueden necesitar también valoración y ayuda psicológica que le permita enfocar las relaciones interpersonales desde otra perspectiva más empática y basada en el respeto. El agresor/a y su entorno familiar Necesitamos entender que un menor de edad no nace violento/a, pero en algún momento de su desarrollo y evolución ha podido conectar con la idea de que la violencia le sirve como instrumento para conseguir algún fin, sin saber el daño que ocasiona y le puede generar a él/ella este patrón de comportamiento sostenido. Es frecuente que un menor de edad con actitudes violentas proceda de un entorno violento o esté expuesto a modelos violentos (presencialmente o a través de las pantallas), incluso que haya sido víctima de acoso y lo replique. Debemos preguntarle por qué necesita hacer daño para sentirse bien. Tal vez quiera ser líder y cree que sometiendo a los demás, lo conseguirá. Quizá ha aprendido a relacionarse así o intenta evitar que lo/la ataquen primero. La familia es clave para establecer esa reflexión y desaprobar actitudes de violencia como parte de los valores transmitidos en el hogar. Muchas veces, el/la adolescente con conductas de violencia desvincula su acción del pensamiento y la emoción y es importante que lo/a acompañemos a reflexionar: ¿Por qué estoy haciendo esto?, ¿qué quiero conseguir? Debemos enseñar a nuestros hijos/as que existen límites que no se pueden traspasar, ni en casa, ni fuera, y que los actos violentos tienen consecuencias para quien los hace. Si tu hijo/a muestra actitudes violentas para conseguir algún fin, corrígelo y muéstrale también a través de tu ejemplo como padre/madre, que las metas se alcanzan sin necesidad de ser violentos. Aprender a respetar a los demás es básico en cualquier relación. Consecuencias del acoso escolar Si tu hijo/a está sufriendo acoso escolar es posible que evite ir a clase, presente un cambio significativo y brusco de su comportamiento o estado anímico; está más nervioso o retraído, tanga síntomas psicosomáticos (dolor de tripa, cefaleas, vómitos, insomnio…). Puede presentar aislamiento social y encierro en su habitación o en el mundo tecnológico, que puede potenciar esa exposición al ciberacoso y a su vez la búsqueda de procedimientos nocivos para salir de esa situación. Además, el miedo intenso y paralizante y el rechazo al contexto escolar puede desencadenar problemas de rendimiento, ansiedad, baja autoestima y, en último extremo, relacionarse con conductas autolesivas, ideación e intento autolítico, teniendo en cuenta que la conducta suicida es un fenómeno multicausal. Es necesario mantener la calma para hablar con nuestros hijos/as sobre sus preocupaciones y su día a día en el colegio, transmitiéndoles tranquilidad. Además, debemos hablar con ellos/as sobre cómo resolver sus problemas, fomentando su autoestima y ayudándoles a nombrar sus emociones. Si ya has identificado que tu hijo/a puede sufrir un acoso escolar, ponte en contacto con el centro escolar e infórmales de la situación: los centros escolares están obligados a implicarse y tomar medidas, también ante el ciberbullying. La violencia escolar hace daño a todos/as: a las víctimas, a los agresores/as, a los espectadores y a sus familias, e incluso a todas las personas que escuchan diariamente los casos de acoso escolar a través de los medios de comunicación con graves desenlaces. Es fundamental incidir en el poder de las creencias sobre el acoso escolar: ¿cómo lo estamos interpretando?, ¿pensamos que se trata de un juego de niños/as?, ¿consideramos que la violencia solo encierra actos físicos?, ¿estoy transmitiendo a mi hijo/a la creencia de que los problemas se resuelven con violencia?, ¿estoy justificando algún tipo de violencia? Es esencial seguir hablando sobre este tema para crear conciencia y buscar soluciones que protejan a la infancia y a la adolescencia frente a este gran problema. Entre todos podemos hacer un entorno escolar más seguro y respetuoso. Desde Fundación ANAR estamos disponibles las 24 horas para contribuir a lograrlo. Diana Díaz Directora Líneas de Ayuda ANAR